Pista
6 diciembre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
Dos temas importantes toma el contador público Víctor Castillo Vargas en su sitio “Desde mi Postigo” (http://mipostigo.blogspot.com/ ) del pasado 3 de diciembre. Uno que parece trivial es “La Pista de Hielo”. Víctor menciona las que instalarán en Campeche capital y Ciudad del Carmen, que costarán al erario 14 millones de pesos. La otra es un artículo de la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel en El Universal titulada “Presiciones” y toca un tema que obligadamente van a tratar los 30 diputados locales de Morelos: el de la autodeterminación de las mujeres sobre su cuerpo o más claro: sobre el aborto. Política inteligente, Paredes es lectura obligada, esta ocasión cuando menos, para los 15 legisladores del Partido Revolucionario Institucional y, por qué no, para nueve más de ellos, puesto que es claro que la única definida es la fracción de Acción Nacional y estos ni siquiera se atreverán a leer una línea del primer párrafo.
Lo de “La Pista” que el ayuntamiento de Cuernavaca instala en La Plaza de Armas, fue colocada en la mesa de disecciones con la intención de hacerla pedazos. Aquí, más allá de lo que diga cualquier político o comunique un partido, habrá de preguntarle a la gente común, al casi millón que vive en Cuernavaca, a nuestros paisanos de la zona conurbada, a los de Tetecala, de Coatlán del Río, de Yecapixtla, de Totolapan, de Cuautla, Yautepec y Ayala, Zacualpan, Tlalnepantla o Temoac, de Tepoztlán también, Jojutla, Puente de Ixtla y, obligado a la gente de Ixtapan de la Sal, de Ocuilán en el Estado de México y a los “norteños” de Guerrero colindantes (Iguala, Buena Vista de Cuéllar, Huitzuco y si se animan hasta de Chilpancingo). ¿Quién se los va a impedir?
Este tipo de acciones no tienen réplica que valga si se hace un sondeo natural y sin tendencia con la gente común, la que se ilusiona con colocarse alguna vez una bufanda, un gorro, guantes y caerse con los patines en el hielo. Quién nos manda a ver cine y televisión de lugares donde la nieve es común, digamos una escena romántica o familiar en Rockefeller Center en la Gran Manzana. Ya no pidamos milagros, como pasar la navidad en Aspen, Colorado o pedirle a nuestros queridos paisanos morelenses vecinos de Minnesota que nos hagan llegar algo de su nieve aunque sea en una hielera. Seguro que el axochiapense Raúl Sánchez Ocampo y el más popular de los locutores de la radio minesotana, el cuernavaco Mike Castillo Hernández, lo hacen con gusto. O cualquiera de los 22 mil morelenses que viven en las Ciudades Gemelas –St. Paul y Minneapolis--. Está grueso lo del cambio climático pero dudamos que en los próximos 10 ó 15 años caiga la nieve sobre Cuernavaca o en cualquiera de los municipios que mencionamos –por eso omitimos Huitzilac, porque son los únicos morelenses que la han palpado o visto en sus cerros--.
Lo hizo Manuel Martínez Garrigós, el alcalde, pero a los habitantes de lugares que mencionamos --obviamente la gente de Cuernavaca solo para la siguiente razón—les vale gorro la procedencia del partido político. Así lo hayan hecho los demócratas gabachos o los rojos paraguayos quienes pagaran lo de la pista de hielo, van a ir. No es negocio político oponerse. Aquel dirigente que lo haga en su justo derecho de expresarse con libertad, conviene que primero revise en su propio entorno, hijos, nietos si ya tienen esa dicha, vecinos, partidarios. Los reprueban. Es por sentido común. ¿Qué lo hizo Marcelo Ebrard en el DF y son imitaciones? ¿Y a nosotros qué, contestamos al unísono los que nunca nos imaginamos la plaza cubierta de hielo y muchos patinando? Lo que se de en el puntaje de las encuestas a los políticos, a la gente común les vale Wilson. Claro, hay un número, reducidísimo por cierto y nos remitimos a las pruebas, que tienen y pueden ir a patinar a cualquier punto de los Estados Unidos o Canadá, quizá hasta Suiza.
Otro punto es que aunque será difícil compensar al comercio del centro de la ciudad de Cuernavaca, tan golpeado por la ineficacia política (conflicto de maestros, calles cerradas a cada rato, ventas bajas, restaurantes de prestigio ofreciendo comidas corridas, desaparición de íconos como El Vienés, etcétera y etcétera), el arribo de miles de morelenses y visitantes seguramente generarán derrama económica en la mayoría de los giros comerciales. Haciendo a un lado el tema mediático (que es un auténtico mazazo a favor de MMG y el ayuntamiento de Cuernavaca), la oferta que hicieron a Marcelo Ebrard el año pasado se ha hecho moda en muchos puntos del país y, apostamos, en menos de cinco años, estará cubierta más de la mitad de las capitales y ciudades más importantes del país. ¿Qué es una imitación a las fiestas estadounidenses? Sí, tan sí como que si colocan una cinta mexicana en la cartelera con el éxito taquillero de Holliwood, hay que meterse en estas últimas salas. Tan sí como que hay una plaza llamada Galerías y hasta los más recalcitrantes oriundos que rayamos en el chauvinismo, acudimos a ella. Ya no vamos a Perisur o a PeriCoapa, a lo mejor la lejanía da la calidad y hay que llegar a “Mundo E” hasta el Estado de México. Para qué, si ya tenemos nuestro centrote comercial.
Y si cuando reviente el calor se le ocurre a MMG instalar albercas con playas –en un rato nos llenan de arena de las playas acapulqueñas, está re cerca--, tampoco hay problema. La gente va a ir porque cada vez se hace más complicado ir al cercano y hermoso puerto, no por ganas sino porque los bolsillos andan huecos en miles de hogares de morelenses y, claro, de mexicanos. Seguramente en el momento que el alcalde capitalino “amarró” lo de la pista de hielo, surgieron los que comenzaron a traer carretillas de arena de mar. Eso también carece de importancia. Que lo hagan y ningún reproche real, de los que duelen, de los que votan y determinan, se va a enojar,. Lo demás son chismes de pasillos y lavanderías políticas. Esos no pasan de los medios que, a propósito, comienzan a ser superados en credibilidad por otros medios alternativos como revistas, quincenales o semanarios. Lo impensable.
Como dato adicional: la pista de hielo en Cuernavaca fue conseguida por Martínez Garrigós en Tres Millones de pesos. El dato siguiente del colega Victor Castillo nos muestra cuánto cuesta cada una en Campeche: siete millones cada una. Salió barata y habrá apoyos de empresas. Y si no, a la gente ya la calentaron con el frío de la pista y la fiebre navideña que, se podrá andar muy jodido pero “el espíritu navideño” nadie se lo quita a nuestra gente. ¿Y por qué?
Lo anterior lo ha escrito su servidor JJF, pero aquí el comentario del blog de Castillo “Desde mi Postigo”:
Abren pista de hielo en Campeche, Camp, y en ciudad del Carmen Camp.
La pistas de patinaje pertenecen a la empresa mexiquense Grupo Pista. Se estima un costo promedio a los siete millones de pesos por cada una. El patinaje será gratis.
La pistas de patinaje pertenecen a la empresa mexiquense Grupo Pista. Se estima un costo promedio a los siete millones de pesos por cada una. El patinaje será gratis.
Pregunta inocente: ¿tendrá algo que ver para la campaña de Peña Nieto? Peña Nieto apoyó en Campeche en gira especial, a Ortega Bernés, en tiempos de campaña para los dos. Pagar es corresponder.
Beatriz Paredes
Precisiones
El Universal.- 30 de noviembre de 2009
Soy una persona de definiciones. Por las características de mi biografía, o por el entorno en el que me desenvolví, tuve que tomar decisiones desde temprana edad, en muchas ocasiones enfrentando disyuntivas u opciones múltiples, y aprendí que, en la vida, pero sobre todo en la política, hay que optar, y que esa opción supone una renuncia a otras opciones, y que, cuando la opción se da entre posiciones que representan intereses encontrados, distintos o incluso antagónicos, la definición tomada supone involucrarse en posibles disputas o enfrentamientos. Muchas veces, en incomprensiones. Es así que a mi ingreso en la política, tlaxcalteca como soy, asumí una definición primera, que, a la postre, marcaría mi quehacer: había vivido en una región con haciendas y con campesinos pobres. Y opté por los campesinos. Y me volví agrarista; y, casualmente, buena parte de los hacendados eran criollos, y los campesinos, mestizos de primera generación o indígenas. Y me comprometí con las causas de la reivindicación indígena.
En el devenir del tiempo estas dos opciones marcaron mi desempeño profesional y me determinaron. Después, entre la valoración sobre si mi accionar político fortalecería al Estado o al sector privado, opté por lo público, y por el robustecimiento del sector social de la economía, y la participación de la sociedad civil. En este trayecto, en 1983, siendo subsecretaria de Reforma Agraria, conocí a la doctora Lourdes Arizpe, respetable intelectual, feminista, que me introdujo en la conceptualización del feminismo y orientó la toma de decisiones que permitió establecer el Programa de la Mujer Campesina en el Desarrollo Rural. Desde esa época abracé una visión feminista. Por esa influencia, y la de otras destacadas mujeres, como María Lavalle Urbina, adicioné a mi conjunto de vectores vitales el de apoyar el desarrollo de las mujeres, impulsando la equidad de género, y rechazando cualquier discriminación.
Un concepto esencial, cuando uno asume la reivindicación de las causas de las mujeres, es la comprensión de que las mujeres son las únicas con derecho a decidir sobre su cuerpo. Es una expresión de su libertad, y es un ejercicio de su potestad sobre sí mismas. La autodeterminación de cada quien sobre su cuerpo. Y esto, que evidentemente es uno de los derechos humanos más elementales, en el caso de las mujeres, según lo revela la historia de la humanidad, no siempre ha sido ni es así. Por razones culturales, religiosas, ancestrales, de dominio y otras, la historia de las mujeres devela que en distintas épocas, en diversas regiones y culturas, las mujeres no han podido decidir sobre sí mismas. Y a esto ha contribuido una confusión: relegar el derecho de la persona mujer, con derechos humanos y ciudadanos como cualquier otro, y preeminenciar el papel de la persona mujer como objeto sexual, o en su alta responsabilidad de reproductora de la especie.
El debate que ha desencadenado un conjunto de legislaciones estatales en torno al derecho a la vida soslaya que no es una discusión que ataña, de manera prioritaria, a la posibilidad de procreación, sino que corresponde, de manera esencial, al ejercicio de autodeterminación de las mujeres sobre su cuerpo.
Es una discusión profunda y compleja, que lamentablemente para el país y para las mujeres del país se está mezclando con valores, concepciones religiosas, posiciones político-electorales y, recientemente, con un protagonismo político que abona una polarización que puede redundar en manipular información para exaltar a grupos conservadores de nuestra sociedad.
No es una discusión sobre el aborto. Es una discusión sobre los derechos de las mujeres. Abortar no es una decisión que una mujer tome por gusto. Hay muchos otros métodos anticonceptivos menos traumáticos y lesivos, sicológica y físicamente. La discusión sobre la despenalización del aborto en determinadas circunstancias no significa ni que se pretenda generalizar esa práctica, ni que las mujeres que llegan a tomar esa medida sean asesinas o personas deleznables.
Es lo grave de colocar temas polémicos, en los que la sociedad está dividida, sin marcos referenciales de racionalidad y contexto. En última instancia, la discusión sobre los métodos anticonceptivos, compete a la política demográfica, y a la política de salud pública. Reconozco que puede haber otras dimensiones de discusión, teológicas incluso, pero finalmente cada mujer sujeto es responsable de sus actos, y los podrá guiar en función de sus convicciones.
Inicié este texto diciendo que soy una persona, mujer, de definiciones. Sí. Opté por valorar la importancia del Estado y de lo público. Por preeminenciar lo social versus lo privado. Por las reivindicaciones agrarias, campesinas, de los núcleos indígenas; he procurado acompañar las causas de las mujeres, y abonar un grado de avance, en las trincheras donde me he encontrado. Y otras tantas definiciones. Una crucial: soy demócrata. Ha sido a través de procesos democráticos como he alcanzado altas responsabilidades políticas.
Llegué a la presidencia del PRI en una elección interna. He participado activamente en los procesos de democratización de ese partido, una enorme organización política, heterogénea en su interior, que conjuga intereses diversos y posiciones distintas, en muchas ocasiones encontradas. En varios asuntos, tengo posiciones distintas a las de un número importante de militantes de mi partido —algunos dirían que soy más vanguardista en los temas de derechos civiles, más modernizadora en los temas económicos, más radical en los de derechos humanos, más innovadora en los de derechos políticos, pero mis correligionarios y correligionarias saben que, como presidenta, tengo una conducción democrática, respetuosa del debate interior, buscando equilibrios internos y tratando de generar consensos—. Doy mis batallas, en los temas de mis convicciones, como una militante más, con un rango de dirigencia, pero no con una dirigencia ni autoritaria ni vertical.
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