Seis
6 de enero/10
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
Ulises Ruiz García, el gobernador de Oaxaca es lo que se dice “un animal político”, un auténtico gladiador que crece mientras más castigo le propinan y la prueba evidente es que a punto de dejar el cargo, con una decisión en su contra de parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la posibilidad de una extraña coalición de todos los partidos para postular candidato que elimine al PRI, se da tiempo para revisar la geografía política del país y encontrar terrenos débiles que le permitan “emparejar el marcador”, aun como aparente distractor en Morelos: senadores y diputados federales de Oaxaca junto con sus homólogos –en esta última cámara—de Morelos “valoran internamente pedir la integración de una comisión especial para investigar al Gobernador panista morelense, Marco Adame, por supuestos vínculos con el narcotráfico, y de encontrar elementos promover un juicio político”. Esto lo publica Reforma el martes 5 firmado por la reportera Erika Hernández.
Y no es un distractor en el sentido estricto de la palabra, porque brotan elementos de todo tipo para que la intención de los legisladores priistas tome forma, al existir elementos políticos, jurídicos y sociales en su objetivo hacia el gobernador Adame no solo para el juicio político, sino una reedición de aquellos episodios nefastos de 1998 que Jorge Carrillo fue obligado a renunciar como jefe del ejecutivo. Se aplicaría el dicho que corre por pasillos, cafés y oficinas públicas: “Carrillo Olea rompió un plato; Sergio Estrada un plato y una taza, mientras que Marco Adame ¡hizo pedazos la vajilla completa!”. Lo anterior es una cita puntual del desastre que ha padecido Morelos y su sociedad los últimos 18 años en que la política ha estado ausente.
Naturalmente que el operador en San Lázaro es el coordinador de la diputación morelense, Francisco Moreno Merino, falta solamente conocer si esta parte de suerte del gobernador Adame ha sido echada el mismo 1 de noviembre que Manuel Martínez Garrigós tomaba posesión con la asistencia de un gobernador priista, precisamente Ulises Ruíz García, recibido, atendido y despedido efusivamente por el mismo legislador Moreno Merino. Se corrobora que el bronco Francisco tiene amigos en las Grandes Ligas de la política y ya juega en varios partidos en la novena titular. Muchos años pasaron para que el PRI de Morelos llevara por la vía del voto a cinco diputados a San Lázaro y esa es una fuerza que comienza a hacerse sentir en el mapa nacional de la política.
El oaxaqueño Ulises Ruis como gobernador ha desafiado y vencido a instituciones federales, se ha defendido ferozmente al interior de su partido, ha resbalado la crítica nacional e internacional en los medios por los graves conflictos con la APPO y las muertes derivadas de ello. Se trata, pues, del gobernador de extracción priista con mayores reflectores negativos en los últimos años. Y sin embargo, es de los más fuertes, contradictoriamente al frente de la entidad de mayor pobreza y la considerada más difícil de gobernar.
En tanto Ulises encara la determinación de la Suprema Corte que abre camino al juicio político, no quiere ir solo en el futuro inmediato y ha echado un ojo al acontecer nacional y encontrado al que, según observamos por sus operaciones desde Oaxaca, es el gobernador con mayor fragilidad y proclividad a compartir créditos y reflectores con él y no es otro que el de Morelos, Marco Antonio Adame Castillo. Ruiz ha enviado la señal de no ser el único deteriorado a pesar que está a punto de concluir su mandato. No se trata en este momento de colocar el termómetro moral y calificar quién es más malo de Ulises y Marco, sino dejar clara la realidad: el gobernador morelense ha logrado las acciones negativas suficientes para que sea considerado como “blanco” de sus adversarios en la arena política nacional. Y, bueno, que Ruiz García lo ha escogido para que recorra, paralelamente, el camino espinoso que sus gestiones han logrado en cada uno de sus terruños, con la mira telescópica puesta sobre ellos desde poderosos edificios de la capital del país. Azules y Rojos. Rojos y Azules. “Te vienes conmigo”, parece que escuchamos a Ruiz decirle a Adame desde la Vieja Antioquía hasta la bella ciudad de la Eterna Primavera.
¿Qué esperar? Dos de los tres poderes que conforman el gobierno del Estado se encuentran en una condición frágil y mediocre. El Poder Judicial su titular Ricardo Rosas Pérez se mantiene ¡gracias a un amparo!, en tanto el del Ejecutivo, Marco Adame enfrenta señalamientos de cuando menos omisión de graves temas como el narcotráfico, con su secretario de Seguridad Pública en proceso dentro de una prisión de máxima seguridad, incluso con la citación de un juez federal para que rinda su declaración. ¿Qué queda? El legislativo, fresco, nuevecito, todavía inmaculado. ¿Estará ahí el futuro gobernador de Morelos? Existen elementos a discutir, por ejemplo “el derecho de silla” del Partido Acción Nacional en 2006, pero tres años después la sociedad les ha dado un No rotundo, además este tipo de decisiones se anuncian en Morelos pero se deciden en la cúpula política de la ciudad de México.
Esta vez no son especulaciones, se trata de una acción que podría ser formal pronto en San Lázaro, de una coordinación bicamaral con el Senado y de cómo se acomode cada pieza en los días siguientes.
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