miércoles, 21 de octubre de 2009

La Violencia. ¿Normal?


Disputas
21 octubre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir


         Siete ejecuciones con el sello de la alta delincuencia sucedieron la madrugada del lunes en Morelos. ¿Qué no es relevante en relación a hechos de este rubro en el norte del país? No es nada en número. Sin embargo, nuestra entidad es territorialmente pequeña, una pequeña ciudad de Chihuahua tiene más metros cuadrados que Morelos. ¿Ninguna autoridad hace nada? Bueno, no es fácil justificarlos, pero es notorio que cada quien se circunscribe a lo que la ley y sus recursos les permite. En estos casos no hay prevención del delito que corresponde, suponemos a las policías preventivas de los tres niveles de gobierno. Tampoco hay procuración de justicia en las áreas que corresponde como es la federal, la PGR, cuando propios y extraños conocemos que tienen elementos que se cuentan con las manos juntas de tres o cuatro personas. Inconcebible. Y a la procuraduría estatal le toca recoger los muertitos, hacerles las necropsias de ley y remitir los asuntos a la PGR porque ahí se encuentran balas de calibre de uso exclusivo del Ejército.
         Toda muerte es lamentable, sea cual sea su origen y destino, sin embargo no encontramos la reacción social como en el caso de la banda de secuestradores de Temixco y Xochitepec que mataron a un niño de 15 años al ser descubiertos. Chacales, era lo menos que leímos, escuchamos y compartimos. En estos casos, lamentables insistimos, son siete muertos y poca reacción incluso de la familia. ¿Por qué? No hay que ser adivino: son ajustes que se hace por parte de alguna organización con personal rival o  propia gente que “les pica los ojos” o los traiciona. Se hacen las cuentas y hablan de 40 en este año, otros la bajan a 30 peso son muchas muertes no comunes en Morelos.  Es el punto. Lo hemos dejado anotado en esta columna por donde aparezca hace años, que cuando se trata de ajustes entre grupos delictivos, cuyos jefes tienen la capacidad de entender que la gran mayoría, la sociedad, están al margen de traiciones o engaños de sus adversarios o empleados, no se traspasa la línea. En una palabra: no salpican. Se encuentran mensajes cuyo objetivo es que la población se entere y, está para el análisis de especialistas, en ninguno de estos hay consignas anti gobiernistas, ni siquiera contra policías o soldados y sí una constante: “librar a Morelos de lacras y secuestradores…”
         ¿Robin Hood? ¿Chucho el Roto? No, es profilaxis entre grupos violentos. Si bien genera temor, nos ubica permanentemente en la nota roja nacional, por fortuna para la gente tranquila de Morelos –casi todos, seguro—no se ha rebasado la frontera, ni han tomado las calles como campos de tiro, tampoco se conoce que “levanten” a personas que nada tiene que ver en ese mundo. Lo anterior de ninguna manera justifica los homicidios en operativos clásicos de las organizaciones criminales, pero queda la evidencia que, hasta hoy, los ajustes se dan en un círculo con presunciones delictivas. Tenemos un buen número de lectores morelenses en otros países, sobre todo en Estados Unidos, por ello hacemos esta observación personal, que la vivimos día a día. Mucha gente se ha enganchado en actividades del crimen organizado en diversa escala y varios de ellos deben ser los hoy ejecutados. Es un mundo con duras reglas que muchos desestiman o por ignorancia retan. Ahí están las consecuencias. Esta no es retórica, así está el asunto, sin darle rodeos: entran en un ambiente duro, delictivo, de riesgos y pasa lo que pasa. Hace casi 30 años constantemente nos metíamos en este tema del narcotráfico y la violencia derivada de ello. Lo seguimos haciendo hasta no hace mucho. Sin embargo, al ser ya la nota principal en todos los medios escritos y electrónicos, cada día, al no ser nuestra misión la investigación ni la persecución de delitos, para ello están los policías, entendimos que son temas a tratar pero para colaborar con la sociedad, no podemos fungir como voceros de fantasmas ni de agoreros de un desastre para la tierra que nos vio nacer y queremos. Y la mejor manera de hacerlo es no generando más color sangre y amarillo a la información. El tono justo. Y este es que “se limpian” entre ellos, en el inevitable mundo de la criminalidad que ha alcanzado a Morelos, pero nunca en la proporción de otros lugares, incluso cercanos. ¿Por qué meterse en la vorágine amarillenta de ambiguos moralistas publicadores que hoy riegan de sangre escrita las calles de Morelos? Hay que decir lo que es. Y esto es que hubo esta semana siete ejecutados, todos con el mismo modelo y cada uno con su mensaje respectivo, con la firma de quienes lo hicieron. Que las autoridades investiguen, que hagan algo si pueden y que Morelos transcurra como lo quiere la mayoría: vivir y disfrutar lo que se pueda en medio de la maldita y perra crisis económica.


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