Ya
18 de octubre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
(Al querido Carlos Reynaldos en sus 59: ojalá llegues a la edad que representas. ¿Broma? ¡Claro que es broma! Al Maestro con Cariño…)
En dos semanas asume la presidencia municipal de Cuernavaca Manuel Martínez Garrigós. ¿Cumplirá con las expectativas o será un alcalde más? ¿La intensidad de los últimos años donde sumó dos derrotas y esta contundente victoria es signo de una buena administración? ¿Le queda grande Cuernavaca? ¿Será justo con la gente que lo ha impulsado sobre todo en “las malas”? ¿Se rodeará de personajes sin convicción por su proyecto político y, encima de todo, por Cuernavaca?
Estas y otras preguntas surgen con el arribo del joven político a la posición de mayor relieve para el Partido Revolucionario Institucional. Si se aplicaran axiomas de otros tiempos, debía decirse que Martínez Garrigós es “el primer priista de Morelos” con la salvedad que no tienen el gobierno del Estado. Por ello, la conquista de MMG en Cuernavaca es de amplios horizontes en un desolador escenario de la política actual. La cosa es que Manuel llene los vacios existentes, innegables, de la política. Eso será una plataforma o una carga, todo de acuerdo al talento, capacidad y nivel que traiga el hijo de José Manuel Martínez Hernández y Socorro Garrigós, ambos por cierto morelenses, para ofrecer el cuadro de origen que trae el reciente padre de Camila Martínez Alvarez.
Los dos párrafos de entrada son en el terreno de lo supuesto, de la natural especulación luego de 12 años que el PRI dejó de ganar la ciudad capital y fue gobernada por un incierto –aunque de arraigo reconocido--- Sergio Estrada Cajigal, hasta ladinos, pésimos y nuevos ricos como José Raúl Hernández Avila (el peor) o el de pronto patibulario Adrián Rivera Pérez, conocido desde esta columna como “El Cuadradito de Basoco”, para llegar a un cuernavacense de cepa, prototipo de la cultura del esfuerzo, que hizo las cosas mejor que varios de sus antecesores y ello lo tiene en el Congreso de la Unión, Jesús Giles Sánchez. Durante ese tiempo, a parir que abiertamente el PRI dejó de tener posibilidad en Cuernavaca, el jovencito Manuel Martínez Garrigós emprendió su cruzada desde la dirigencia municipal de su partido e hizo un liderazgo que aisló a la capital de la aplanadora que con los despojos del demás priismo hicieron Guillermo del Valle y su pareja Maricela Sánchez Cortés. En pocas palabras: en tanto La Dupla del Oriente se apoderaba de los hilachos tricolores que se iban desperdigando por los caminos de Morelos, Martínez se afianzó con su grupo en la capital y no permitió, a partir del 2000, que El Par entrara y tomara por asalto uno de los comités que se mantuvieron contra viento y marea.
De ahí parte el liderazgo de Garrigós y el mérito mayor fue no desmayar en lo que parecía una obstinación: lograr la presidencia municipal. Bueno, ausentes de las dos batallas frustradas, solo con su estado mayor, doloridos, rasguñados, derrotados, el muchacho no se lamía las heridas sino ya construía el escenario para la siguiente. “En una de esas la voy a hacer, porque toma forma un proyecto, maduramos y todo esto nos sirve”. Tal pareciera que estamos recreando episodios de luchas revolucionarias o independentistas, pero no, se daba en estos tiempos, en la arena política—partidista. ¿Otra vez Manuel?, surgía el coro. “Sí, otra vez”, decía Manuel. Y el coro permanecía escéptico, resistente a volverla a jugar y cargar con una derrota más. Ahí están las cosas, a solo días de asumir la seria responsabilidad, el buen reto, su anhelo de vida, el compromiso de no fallar, tantas cosas que tendrá que darle forma y, obligado, buena forma.
La condición de Martínez Garrigós es distinta a cualquiera otra de cuanto político hablemos en los últimos 12 años, incluso a la de Sergio Estrada que fue una circunstancia mezclada con fenómenos inimaginables pero ya tan concurrentes en la política de los últimos tiempos. Si a SEC le dicen que tres años sería candidato del PAN y ganaría el gobierno, no lo cree. Llegaba con 400 votos de diferencia y se hizo candidato en los peores escenarios. No traía más antecedente político que el familiar, ninguno relacionado a la política guardaba en sus maletas de la vida, más allá de la circunstancia y su indudable carisma. El caso de MMG es distinto, porque incursiona en la vida política desde niño, ha picado piedra y tenía claro el objetivo desde hace años que se lo escuchamos en una playa caribeña: “Voy a gobernar Cuernavaca y lo voy a hacer bien”. Aquellas palabras hoy toman forma, no ha cambiado gran cosa en lo personal, simplemente se ha preparado para hacerlo. Y es el momento.
Pocos saben la verdadera personalidad de Martínez Garrigós, la que se ha vertebrado a partir de acciones medidas con los riesgos como la derrota, que no deja de ser acompañado de libros de autores que fortalecen sus ideas en cuanto a la administración pública, la política y sobre todo la ética. Si bien físicamente parece el mismo, al interior ha tomado una solidez que se va a mostrar en el ejercicio de gobernar. No va a permitir excesos de colaboradores por más cercanos que sean, por la razón clara que jamás pondrá en riesgo su carrera política por voraces amigos, así que vayamos imaginando quiénes caben y los que no en su administración. No solo le queda claro que es, desde el 5 de julio, el candidato natural de su partido en el 2012 y que ello mismo lo hace blanco en la mira de muchos de sus partidarios y de los de enfrente sobre todo, que desde ya cruzan los dedos para que los escollos no solo lo hagan caer sino lo derrumben.
Es entonces que cobra un relieve especial cómo va a gobernar Cuernavaca en los próximos tres años, es justo ahí que la presidencia de la ciudad capital adquiere un peso que según el trato será la recompensa: si gobierna impecablemente, es gobernador de Morelos en tres años. Si no lo hace, escribirá una historia corta, llena de anécdotas, pero no más. Por ello se esperan sorpresas en los nombramientos de su administración municipal, de ahí que con firmeza debe pensar más en hacer bien el trabajo que en los que serían sus potenciales adversarios internos para jugar la nominación de gobierno en el 12. Todo parte de su tarea en Cuernavaca. Está sujeto a esta labor y, claro, a si comete una equivocación con tal o cual empleado o colaborador, de inmediato resarcirla.
Manuel Martínez Garrigós es un hombre sensible, con indudable oficio político, es maduro no obstante su juventud y tiene más oficio que muchos viejos en política. No es el hombre del momento en el PRI. Lo es a nivel general, aunque no quiera llamar la atención. En la vida pública hay cosas que no se quieren pero son inevitables, una de estas es la percepción general, la de la gente común, de los que no toman decisiones allá en las burbujas, y ahí, justo ahí, aprecian que Manuel Martínez Garrigós es una esperanza. Y en otra escala, en la de los que gustan de analizar la política, incluidos los que no lo aceptan, la calificación es alta: si no pierde la cabeza, si es impecable en su actuar, será candidato con altas posibilidades de ser gobernador.
¿Qué es muy temprano para decirlo? Ni hablar, este espacio es de ustedes y del que lo escribe, por ello optamos por no tener más jefe que la conciencia misma. Qué importa si se nos echan encima. Ya lo vivimos. En diciembre pasado, aquí en PP –así denominaremos a Prohibido Prohibir de vez en cuando—dijimos que el PRI tenía chance de ganar Cuernavaca; en febrero y marzo, que el PRI no perdía en Cuernavaca, Los meses previos a julio 5 quedó registrado y ahí están los archivos para probarlo:
1.- Va a ganar Manuel Martínez Garrigós.
2.- Solamente robándole la elección pierde MMG.
3.- Ni robándolo.
Lo decimos, claro, porque a la hora del conteo oficial se subieron al carro de la victoria todos en el medio, pero antes transitábamos solitarios, con una única certeza: ya esta dicho y tope donde ajuste. Cuernavaca estaba para el PRI, sin el fenómeno que invadió la nación y tocó casi por completo a Morelos donde fue exagerado. En esta capital había razones poderosas que a la visionaria Beatriz Paredes Rangel le hacían apostar por MMG antes de la famosa interna: los números lo colocaban y llevaba casi nueve años de campaña. Eso hacía que aseguráramos su victoria. Incluso hubo un candidato que en el clásico estilo del pobre pendejo le dijo al que escribe: “¿Y si soy el presidente los siguientes tres años? ¿Qué harás?”. Le contestamos simple: “Lo de siempre”. Este hombre, de los improvisados que llegaron gracias a los tantos fenómenos, no sabe que hemos visto pasar alcaldes y alcaldes y aquí seguimos. Igual que gobernadores. Es la gran diferencia entre el político y el periodista: ellos se van, a veces vuelven, Y uno aquí está hasta hacerse como el vino que uno quiera: anejo y sabroso o agrio y avinagrado.
Y hubo los que en la acera de enfrente nos trataron con dureza y se unían al coro: “Está loco, por eso lo sacaron del DM –o sea Diario de Morelos--, hablamos el 6 de julio, a ver si cumples con tus predicciones de caricatura”. Ya no quisieron hablar. Se la dejaron toooooda…
Para concluir: el futuro inmediato de Manuel Martínez Garrigós es predecible, él lo conoce y sabe qué hacer, nosotros lo vemos y esperamos que haga lo mejor. No hay que inventar nada…
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