La Hora
29 octubre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
El domingo que tome la responsabilidad Manuel Martínez Garrigós está obligado a enviar la primera señal: la administración municipal de Cuernavaca no será “botín de guerra” de bandoleros y su gobierno buscará ser de excepción. No le queda otra. Hipotéticamente repartido el ayuntamiento por sedicentes operadores del joven alcalde, lo único cierto en el hermetismo extremo de los nombramientos, es que la misma Beatriz Paredes Rangel, presidenta nacional del PRI, revisa expedientes de quienes acompañarán a Manuel en los cargos de primer nivel. Esto vislumbra que la tarea de Martínez Garrigós no es llegar a la primera posición de la capital y ya sino que es proyecto de priistas poderosos para lo que siga.
Al margen que Paredes palomee o tache, Martínez Garrigós debe ser claro en su mensaje inaugural como presidente municipal, tiene que blindar su investidura contra posibles malos colaboradores que traten de volver a la dorada aristocracia gracias a un cargo burocrático. Hay mucho asaltante del erario que busca colarse, algunos de ellos vistos justo cuando el nieto del ingeniero Hernández Lacarra ganó la interna y acomodados para la foto el día del alboroto de la presunta mesa de transición. Un buen sector de Cuernavaca llegó al terror: ¿¡Cómo!?¿¡Ese!? Y no eran uno ni dos, aparecían viejos rostros, ex poderosos, ansiosos, enervados, fuera de sí.
Bueno, que a nadie sorprenda que en la lista de colaboradores no aparezcan. No será ninguna sorpresa, simple acto de congruencia. Martínez Garrigós sabe lo que debe hacer. Se llevarán sorpresas los que creen en la facilidad para manipularlo. Es duro, gusta de la adrenalina, es político—político, ha experimentado reveses que otro, a su edad, va al retiro, pero ahí está, ya hecho presidente de su tierra natal. Y tiene trazado un programa de acción interesante y constante, en el que no figura la tolerancia a amigos, cercanos, por más que hayan hecho en el camino al triunfo. Su gobierno, si quiere continuar en la carrera, debe ser de excepción, no hay más que eso: de excepción. Para lograrlo, los cargos relevantes tienen que ser ocupados por gente también de cualidades fuera del común. ¿Los hay en Cuernavaca? Claro que están, porque otro punto obligado es que no pueden traer de sitios lejanos a desconocidos. La aplicación de aquella vieja consigna de “Morelos para los morelenses” es aquí “Cuernavaca para sus criollos”. Un asunto de actitud, sentimiento y origen.
Ya falta menos para descorrer el velo misterioso de “la lista”. En tanto, la ciudadanía de la capital será vigilante, juiciosa y exigente, hará valer su voto y eso lo sabe Martínez Garrigós. Por ejemplo, estarán atentos a quiénes ubican en áreas sensibles tránsito, los corralones, la policía, el manejo de las finanzas, obras públicas, las licencias de funcionamiento. En lugares donde el contacto ciudadano es directo. Estarán atentos al trato en el servicio de las grúas, si hay atención especial a los adultos mayores, al sector con capacidades diferentes. A todas las partes sociales, vitales, las del trato frente a frente. Imposible permitir funcionarios del nivel que sea, arbitrarios, bandidos. La juventud de Manuel Martínez Garrigós no es sinónimo de inexperiencia política. Desde hace muchos años se preparó para esta posición, una prueba fue su insistencia para competir y la permanencia en lugar preponderante al interior de su partido. Nada más recordemos que Cuernavaca fue un espacio en el que no pudieron generar tropelías La Pareja del Oriente, hoy cada vez más arrinconada. Eso se debió al trabajo de Martínez Garrigós, lo que retrata también a un hombre que no se arredra.
El domingo en la tarde debe enviar el primer tiro con puntería de apache al abrir su discurso. Es el evento que capta la atención mayor, es la capital del Estado. Así como un buen número le apuesta a que hará un trabajo trascendente, otro porcentaje se dedicará a colocar los obstáculos para que se tropiece y le colocarán lupa no solo a sus actos de gobierno sino a quienes lo acompañen en la jornada.
Así que la lista guardada en una caja fuerte, comenzará a abrirse y conoceremos no solo de qué está hecho Manuel Martínez Garrigós sino hacia dónde se dirige. Obviamente que una administración de este calibre es exactamente de la proporción del riesgo para el que la dirige. De él depende y también de quienes lo han acompañado en esta, en la anterior y desde la primera. Los que junto con él se han mentado la madre o se han carcajeado. Eso también estará en un punto importante de revisión.
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