Poderes
3 de octubre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
El gobierno del Estado de Morelos se conforma de Tres Poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. ¿Si no funciona ninguno de estos, nos preguntamos, qué sucede? No existe el gobierno, simplemente. ¿Funcionan?, volvemos a cuestionar. Si se encuesta a la sociedad la mayoría va a decir que no y si se revisan acciones de cada uno de ellos, les va peor. ¿Entonces la sociedad morelense se encuentra a la deriva? No hay más que una respuesta: Sí. ¿Y qué van a hacer quienes integran estos tres “poderes” para rehabilitar, reanimar, revivir a un gobierno muerto o en el mejor de sus escenarios, comatoso? Bueno, la sugerencia sería trabajar de manera seria, anteponiendo los intereses de los morelenses –aunque parezca el trillado discurso de todos—a los propios o prepararse para lo que parece un paso cercano: los brotes de inconformidad social que nos arrimen a lo que nadie desea pero todos los que manejan los poderes con sus barbaridades anuncian: el estallido. ¿Alarmistas? Cuestión de salirse de “las burbujas” y darse una vuelta por la realidad social.
Se aplica aquí esa frase célebre que ya cualquiera retomas, escuchada a mediados de los años 80 en voz de Carlos Reynaldos: “¡Ya basta de realidades! ¡QUEREMOS PROMESAS!
“Las burbujas” donde se encierran los principales protagonistas de los tres poderes, junto a los grupos que los envuelven –aduladores, ayudantes, asesores con ingredientes de aduladores y ayudantes—no les permiten ver más allá de su respectiva nariz. “¡Va muy bien señor gobernador!”, se multiplican los secretarios aun fusionados. “¡Bien diputado, bien, extraordinario discurso!”, “¡La gente nos ve súper, hay que romperle la madre a los que apoyan a Espín!”, y en la otra dirección lo cantan igual: “¡A desmadrar a las huestes de Memo y Mary”. “¡Vamos todo el personal del Tribunal a apoyar a nuestro presidente Ricardo Rosas Pérez!”, Y en efecto, el día del zafarrancho, ahí andaban jueces, actuarios, secretarios, magistrados y el personal administrativo. Es donde “las burbujas” se expanden y alcanzan a sus empleados que los apoyan por la buena o a la fuerza, con “el chivo” para la familia por medio.
¿Y los medios? Con excepciones que esta vez si son honrosas, entregados a decirle a la gente que todo marcha sobre ruedas en el gobierno, que lo del Congreso es un cochinero pero se marca la diferencia de quiénes tienen mejores convenios, o solicitándole favores personales al desvergonzado presidente del Tribunal Superior de Justicia. Los diputados generando penas y penas, abusando de su posición y, con un mes –y dos quincenas ya cobradas—desgastados y sin credibilidad ante la sociedad. ¿Cuántas veces no se ofreció a este Poder como el equilibrio de los otros dos, que han caminado la primera mitad con lastres graves y en el descrédito casi general (con la excepción de quienes besan “La Burbuja” y viven de ella)? No solo han fallado, sino que acompañan al ejecutivo y el judicial –merecidamente y a propósito desde el principio ganadas las minúsculas—en el contenedor y el descrédito. Vergonzoso.
¿O no lo es que en la liberación del empresario Ernesto Jiménez Tovar, Maricela Sánchez y Guillermo del Valle acompañados por la legisladora hermana del primero salgan casi retratados con el presidente del Tribunal, Ricardo Rosas, celebrando cual si hubiesen ganado el Mundial de Sudáfrica? ¿O no lo es que la averiguación previa haya estado lista hace casi un año y la liberen justo cuando el conflicto priista del Congreso? Hasta el más lerdo en investigación entiende que es parte de los acuerdos de La Dupla del Oriente con Rosas Pérez para mantenerlo a él y sus incondicionales en el aberrante TSJ actual. Vamos a dejar claro que lo que haya hecho Ernesto Jiménez Tovar no merecía el “calambre” que el juez respectivo con la orden de Rosas, Maricela y Memo ordenaron: la negación de la fianza sino hasta el último minuto del término. Es donde la justicia se politiza, digan lo que digan juristas, políticos –si por ahí existe alguno en el revoltijo-- y anexas. La mercadería no alcanzaba ni para tenderse ambulantemente en la calle Guerrero o en cualquier pasillo del mercadeo más pequeño. Ya hedía a cinco metros de distancia.
¿No es penoso que en Palacio celebren el pleito de los priistas y casi adviertan que el grupo que se quede es lo de menos, lo de más es que se fracturen? Incluso con un sector pensante con la idea que los que eran ocho y quedaron en siete van a “entregar la plaza” por un plato de lentejas. O los “malpechosos”: que hay mucho dinero desde ahí para que el ejecutivo transcurra en las mismas condiciones de los tres años anteriores: en el limbo, mediocremente, pero sin sobresaltos. Es importante para los que pelean que se dividan, que efectivamente nada va a ser igual para La Pareja Diabólica hagan lo que hagan, pero eso no deja de ser un conflicto interno—eterno, al que solo “la mano” nacional, la de doña Beatriz, pone en orden, lo que no se ha hecho a pesar de las bajas en ambos bandos. El problema de adentro en el PRI beneficia a todos los demás partidos, grupos y poderes. El más fuerte, el que si un milagro les diese cordura, un poquito de inteligencia y lograran la unidad, su problema no es qué hacer para gobernar Morelos en tres años sino con quiénes lo van a hacer. Así se fotografiaba la realidad tras el 5 de julio. Hoy, sus incapacidades, su necedad en mostrarse pobres en lo político hasta llegar a lo miserable, ilustran otro escenario con un 2012 donde cualquiera, el que sea, gane la elección. La sociedad está atenta a pesar de los esfuerzos de todos –pero sobre todo con los recursos del ejecutivo—por mostrar una realidad que no comparten los morelenses. Ellos tienen “su realidad” que parte de “sus burbujas”. Y la realidad, la pura, está abajo, con gente molesta por llevar la comida a su familia, con desempleados caídos en la desesperación, con una delincuencia creciente, tanto organizada como común. Ahí está el caso de los maestros independientes a los “charros” del SNTE y la grotesca Elba Esther Gordillo. No hay más realidad que esa.
Lo que viven en “las burbujas” –también en minúsculas—no permea al pueblo. Lo que haga el pueblo, ya lo verán. Mientras, que sigan en su fiesta palaciega, que se colmen de elogios, que manejen palabras rimbombantes, que haya lucimiento, que los medios sigan brindándoles espacios monumentales. Abajo, con el 98 por ciento de la población hay un solo hecho: los poderes no funcionan, no sirven más que para fregar. ¿Poderes? ¿Poderes? ¿Poderes? ¡Cuáles!
No hay más que unirse: “¡Basta de realidades! ¡QUEREMOS PROMESAS!
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