Predicamos con la violencia y ellos toman nuestro ejemplo
Calderón ha apostado por un México violento y los resultados han sido inmediatos, tan sólo en el 2010 han habido más ejecuciones que en todo el sexenio pasado. De esta manera, hemos visto como nuestro país se ha convertido en un gran campo de batalla en el que la educación y las ideas han quedado de lado. La ley del más fuerte es la que domina nuestra sociedad y nuestros niños la aprenden desde temprana edad. El futuro como concepto ya no se concibe como la idea de tiempos mejores, para quienes tienen la posibilidad lo más factible es salir del país cuando les sea posible, para los más románticos (amantes de su patria) cruzar los dedos y luchar por trascender, mientras que para otros es tomar por asalto el presente para lograr sobrevivir.
El miedo que fue la gran estrategia electoral del hoy presidente ha llegado también a los delincuentes y como consecuencia se ha apoderado de todo México. Los criminales ya no pueden estar tranquilos un solo momento, lo cual se podría tomar como algo positivo, pero esto los ha hecho más violentos y también más descarados. En los últimos meses he visto a hombres disparar en las calles porque un automovilista se les cerró o a otros en las calles con armas en plena luz del día que bajan a otros de sus vehículos y muchas otras escenas ante las que no persigno, pero confieso que me asustan. Nunca consideraré la violencia como algo normal, pero no sé qué pensaría hoy si todo lo que he visto en estos días hubiese estado frente a mis ojos durante la etapa en la que formaba mi carácter.
La realidad del México de hoy me recuerdan a la película “Asesinos por naturaleza” escrita por Quentin Tarantino, en la que un hombre que se expuso a la violencia a través de los medios de comunicación desde la infancia se convierte en un criminal sin escrúpulos, en cuya vida la violencia es el estado más normal. Desde hace años, se cuestionan los contenidos violentos que los medios promueven, pero hoy es difícil criticarlos cuando al salir a la calle un niño puede tener un impacto que genere un trauma mayor en la formación de su personalidad, tan sólo con voltear a la ventana del auto y ver una sangrienta portada de la Extra.
De esta forma, el día de hoy vemos casos como el de “El Ponchis”; sicario de tan solo 12 años que se encargaba de degollar a sus víctimas. Podríamos elaborar una infinidad de hipótesis para explicar porque este pequeño llegó a esto, incluso podríamos escribir historias dignas de premios de ficción, aunque como vemos muchas veces ésta es superada por la realidad. Así como “El Ponchis” hay muchos menores, e incluso hoy Excelsior publica que el crimen recluta 9 mil niños al año.
Esta situación me parece muy triste y en mi mente resuenan notas que alguna vez he leído, similares a la que ahora escribo, en las que se habla del futuro de las nuevas generaciones, se hace un llamado a generar conciencia y en las que los autores consideran que al revelar cifras y datos negativos contribuyen a un mejor desarrollo de la sociedad. Quizá hoy estoy cayendo en lo mismo, pero tampoco quisiera quedarme callado ante algo tan lamentable.
Por otra parte, sería muy fácil señalar a Calderón como el gran responsable y aunque no lo eximo de su responsabilidad, creo que ahora los responsables somos todos, por la violencia que generamos en nuestras casas, en nuestra forma de expresarnos, en nuestro trabajo, en la calle y hasta me atrevo a decir que en cierta medida todos somos los padres de estos hijos violentos de México.
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