Jaime Álvarez con Marco Adame
Unión de Morelos
19/11/10
Javier Jaramillo Frikas
Prohibido Prohibir
Aventurero de la política, enviado a Morelos a manejar la franquicia del Partido Convergencia por su protector, el irresponsable senador Dante Delgado (más adelante les daremos los por qué), comodino, acomodaticio, pero encima de todo mentiroso, Jaime Alvarez Cisneros, habilitado por estos tres años como diputado federal, juega “al son que le toquen” los intereses. Acompañado de un grupo de vivales que igualmente han sido beneficiados, este hombre cuyo origen es desconocido –cuando menos para el que escribe y veinte más que saben lo conocen de vista—se ha alquilado para hacer una serie de trabajos de cañería, en un desconocido modelo para los que le hemos seguido la huella a partir de su arribo.
Autonombrado “doctor en ciencias políticas”, Alvarez Cisneros ha dejado de ser el joven entusiasta que transitaba por las para él desconocidas calles de Morelos, en antesalas pacientes, para convertirse en todo un “señorón” de la vida pública. Oportunista en grado de gandalla, abusó de un acto noble sobre el medio ambiente y la auténtica importancia de la rehabilitación del Río Apatlaco para usar la tribuna y rendir un mini informe de sus desconocidas como irrelevantes funciones como legislador federal. Los asistentes al evento lo toleraron, oyendo pero no registrando sus huecas palabras y él, empecinado, abusivo, buscando siempre el afán de convencer que hace mucho por los morelenses. No era un acto diseñado por ni para él, carente de capacidad para organizar actos propios y, sobre todo, imposible gastar dinero para mostrar la realidad de su franquicia. Pero la fortuna acomodó las piezas y el discurso del gobernador Marco Adame borró incluso su pobre presencia y le dio sentido a lo que todos hacíamos ahí. Estaba ahí parado, antes y después de usar el micrófono, ya no en el tono gris de su normal presencia, sino sin color, invisible, inodoro, nadie lo veía, nadie lo olía y menos iban a encontrarle sabor ante la maravilla del agua de nuestro laguito de Chapultepec. Bueno, para acabar temprano: no estaba.
Así ha sido Jaime, simulador consuetudinario, remedo de actor, merolico siempre estacionado como prospecto. Los demás diputados federales, de todos los partidos, seguramente le rogaron hiciese los anuncios que celebró y se quedó con ellos ante la actitud indiferente de la audiencia –ya lo anotamos, escuchando pero no registrando, sin atención—. Es que el señor diputado Alvarez Cisneros exuda, muestra, enseña la mentira en plenitud. Nunca ha ganado una elección, siempre a la caza del mejor posicionado para ofrecerle su franquicia. Al final, como ayer y hoy, viviendo y hablando de los morelenses. Y estos, ni ayer y menos hoy le pueden creer. En este momento hace la tarea de plomero, aprovecha sus “brillantes” elocuciones a destajo, cobra por ellas, en tanto llegan los tiempos verdaderos de la venta al mejor postor de lo que tenga como empresa electoral.
El partido—franquicia es de él, es donde inician los puntos que acreditan al veracruzano Dante Delgado como irresponsable. Para este señor, senador por cierto, ex gobernador interino, Morelos es Jaime Alvarez Cisneros, nada más le importa de por acá. No le interesa si tienen militantes, cuántos son, qué cuadros ha hecho Alvarez, cuál es su capital. A Dante no le importa si existe crecimiento en Convergencia, su creación, sino que su protegido viva cada vez mejor. Seguramente es esa una de las razones porque al señor Delgado no lo vemos por aquí. No tiene a qué venir en público, porque sabe que de su antigua preocupación de tener en un buen estatus a su creatura se han ocupado los morelenses a través de la entrega, absoluta y sin vergüenza, de su partido—franquicia al que ofrezca el mejor fajo.
Jaime Alvarez no tiene ya de qué preocuparse, su mentor lo ha dejado experimentar primero con un partido que como muchos era una esperanza, que no tuvo capital propio porque lo dilapidó con sus malas acciones cuando estaba en plena conformación. Sin embargo, su cuadro íntimo, ha sido protegido, cubiertos con la manta de Dante Delgado y la extensión de Jaime. Son pocos pero los mueve bien. Carecen de capacidad electoral y política, toman descansos trianuales porque saben que en su lapso, con todo y la segura comisión que deben dejar, su jefecillo los mantendrá. Ellos los utiliza en diversas acciones, una de ellas hacer creer que su guía, motor y casi progenitor es una necesidad política para quienes detentan el poder.
Y lo de “doctor en ciencias políticas” no es producto de la intención del que escribe: a un amigo morelense que como tantos no sabía quién era, le tocó compartir asiento en un vuelo a alguna parte. Amable, eso sí, Jaime Alvarez le platicó su vida llena de éxitos políticos, se dijo protector –no asesor, que quede claro—de los dos últimos gobernadores del PAN, que en un alto porcentaje ganaron los sus votos convergentes, de sus incursiones en las legislatura local y federal, de su trabajo agregando militancia a su poderoso partido y que, por si fuera poco, era Doctor en Ciencias Políticas. No lo sabíamos, pero si así es, que no lo haga a bordo de un avión en terrenos de un cielo que pertenece a todos y a nadie, sino que con acciones le dé rostro y forma a la franquicia que su protector a ultranza, Dante Delgado, le otorgó en Morelos. La referencia de Morelos para Dante no es Zapata, ni el Lago de Tequesquitengo o las Lagunas de Zempoala. Son Jaime Alvarez y lo bien que le vaya materialmente. Prácticos los hombres.
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