lunes, 17 de agosto de 2009

La Carga: Javier López Sánchez

La inutilidad

17 agosto 09

Javier Jaramillo Frikas

Columna

Prohibido Prohibir

                      

 

         Los correos abundaron y las dudas seguramente persisten en un nutrido número de lectores sobre la ausencia de Javier López Sánchez de este espacio. Todavía coordinador de Asesores y Comunicación Política, López como otros funcionarios metidos de lleno en tareas partidistas, está apagado. Acotado políticamente, expuesto por los graves errores estratégicos y su intromisión directa en la elección del pasado 5 de julio, es un hecho que sus condiciones lo ubican en un estado de inhabilitación política, inútil en un cargo, en pleno estado vegetativo para la función pública.


         Existe un refrán popular que indica “no patear a una persona caída”, difícilmente aplicable en el caso de Javier López por lo que se dice, lo que se conoce y lo que efectivamente ha hecho. Tenemos sus sucesivas declaraciones patrimoniales a partir que fue regidor y si bien impresiona su crecimiento económico –a pesar que en su familia trabajan más personas--, y las comparamos con señores comerciantes y empresarios con 30 ó 40 años de lucha por conservar o crecer sus negocios y empresas y existe un abismo entre ambos. López tiene más, mucho, de los que han tenido la rutina diaria del trabajo, de las 10 a 15 horas de tarea cotidiana y queda la conclusión, única, inapelable, que le ha ido bien, en extremo, extraordinariamente, para no inquietarse por los siguientes nueve o doce años que seguramente va a permanecer en el ostracismo político.


         En síntesis: Javier López Sánchez resulta incómodo para la administración que encabeza Marco Antonio Adame Castillo, extralimitó funciones en los casi tres años de gobierno, no dejó que volara por sí sola una comisión del contrato que gusten, en la secretaría que quieran, extendió una red de peaje –le llaman comisión en la realidad—donde circulaban solamente aquellos que se apegaban a sus exigencias, todas ellas en El Nombre del Gobernador, su partido y la elección intermedia…¿Cuánto sería en casi 30 meses? No imaginamos, pero una millonada.


         Aunque en el imaginario colectivo, esta se da como un hecho y no es difícil descubrir, aun teniendo en su nómina a los mejores magos financieros cubriendo huecos que en cualquier momento darán luz y generarán un escándalo mayúsculo. La lógica política indica que López debe ser el primero de los movimientos que en su gabinete haga Marco Adame en este momento. Es por salud del mismo aparato de gobierno, porque los sometió a un desgaste innecesario, los envolvió en una maquinación equivocada y una parte sustancial de los resultados negativos al Partido Acción Nacional son atribuibles a su torpe modelo de operación y, peor, a la confianza que a pie juntillas le depositaron otros que, a toro pasado, enseñan una ceguera donde sería lamentable que el tocayo fuese el tuerto. ¿En manos de quiénes estaríamos los morelenses?


         Natural que la suerte de Javier López Sánchez esté echada incluso con lo que en un gobierno fuerte sería manto protector pero que las actuales condiciones convierten en cobija raída a la que le pasan fácilmente los rayos políticos opositores. Mejor dicho: que el gobernador Adame se obstine en rehabilitar a su maltratado amigo, a su casi seguro socio pero, en este momento, inútil colaborador, sería igual a marcar su futuro inmediato de manera inversa a como le van a jugar las demás fuerzas. Sería, políticamente suicida, una medida de desgaste cuando la realidad exige al mandatario concentrarse en la gobernabilidad del Estado y esta no la logra sin hacer lo que se encuentra ausente: política—política. Otro hecho es que cada cual en su trinchera deben ubicar a Morelos y sus habitantes como prioridad, porque ni a unos ni a otros se les va a permitir actos de soberbia, abusos como los que marcaron al PAN—Gobierno el 5 de julio ni acciones con los señores de la empresa obligados a cubrir el porcentaje, corretaje o coyotaje, como gusten llamarlo, todo directo a Javier López Sánchez.


         La inhabilitación política es dictada por los hechos de manera estricta, no se trata de dar opiniones personales o buscando influir. Está a la vista que Javier López Sánchez es, al interior de la administración de Marco Adame, un lastre, pesadísimo, como tampoco nos queda duda que el propio gobernador debe pensar en una salida que no deje expuesto a su fiel colaborador y le cuesta trabajo al Hijo de don Fru. ¿Qué van a hacer con él? Lo pueden dejar ahí, sin hacer nada, lejos de cualquier operación, pero a la vista de un Congreso y una mayoría que no es del PAN. Los resortes no son los mismos, el impulso será menor y el doctor Adame se encuentra obligado a sacar lo mejor de su repertorio para gobernar en condiciones de adversidad. Siempre vimos en Adame a un político, sentíamos que actuaba con oficio, pero fue un espejismo. Tipo agradable, excelente conversador, marco Antonio Adame sufrió un cambio severo, grave, a su llegada al gobierno. Lo mecieron durante buen rato entre nubes rosas, lo atraparon los aguilones burócratas de La Sagrada Familia y lo han mantenido como rehén.

         Hoy no tiene más que dos alternativas para acabar en buenos términos:

         Se enseña a gobernar con las otras fuerzas.

         O lo enseñan…

         ¿Y López?

         Queda poco por decir, por ejemplo que su tiempo se ha terminado y que la inhabilitación no requiere ser de alguna dependencia; para qué, su suerte está echada: lo pusieron en el nivel máximo de operación y fracasó. En la política—política eso tiene un costo: irse. O que lo echen…


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