Lunes
3 agosto 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna (hoy de nuestra anónima apreciada)
En la integración de un material que seguramente generará reacciones que serán tema de varios días y quizá semanas, tenemos el trabajo de una amiga, escritora, periodista, que en su momento la conocerán completa (ya vamos adelantados en el otro proyecto). Lo que dejamos como compromiso es que en los días siguientes, un personaje sumamente comentado (más en los pasillos del poder que en los medios) quedará casi al desnudo.
Mi reporte desde el más allá
¡Vamos a descubrir México!
Siguiendo los consejos del Presidente de la república de apoyar el turismo y sin comprender la manera de cómo gastaron cientos de millones de pesos en campañas publicitarias exhibiendo las bellezas Veracruz, Oaxaca, Chiapas Sinaloa, decidí emprender mi camino a la sierra de Oaxaca.
Recordando mi adolescencia decidí irme al recorrido hippie que constaba de la ruta: Oaxaca, San José del Pacifico y Zipolité. Claro que me fui en automóvil -con eso de que los aviones misteriosamente se desploman-, Emprendí mi camino; me fui por Acapulco sufriendo los caminos de la autopista del sol. –Son noventa pesos, son cien pesos…- oiga pero la carretera está rota, oiga pero hay muchos tramos en construcción-oiga me da un papel para protestar. -Claro tenga, llénelo y lo entrega en la próxima caseta, pero aquí entre nos, ni sirven eh, los tiran a la basura.
Llegando al puerto de Acapulco del puro paso, tarde tres horas siendo atropellada por camiones rentados con la población de Neza adentro, taxis neuróticos y camionetas de multimillonarios que se dirigían a punta diamante, ¡punta de inconscientes!, pensé.
Como Dios me dio a entender me desvié por Costa Chica, pero llegando me perdí entre puro concreto y enromes torres y viviendas “de lujo para vacacionar” porque orientada por aquellas playas semi vírgenes de Barra Vieja donde paisanitos atendían a todo dar, lejos de la inmundicia civilización. ¡Qué es esto! ¡Ya no queda ni el último restaurante de hamacas!, me pregunté dónde quedaron los cocodrilos que tenían en un estanquito, las personas y pregunte a doña Ernestina que reconocí en un mini súper. -¿Qué paso con su restaurante? -Pues mire seño los vecinos vendieron y nosotros todavía nos resistimos tres años, pero el dinero es el dinero y mire pues ya me duelen las piernas y mis hijos me convencieron, vendimos a una que inversión extranjera, ¡ya ni sé! Pero nosotros ya nos compramos nuestro penthouse en el Mayan, y ni que, claro que extraño, pero así es la vida, nos comió la civilización.
Tristemente me despedí de doña Ernestina y seguí mi camino a Oaxaca por costa chica. Por Pinotepa, entre aldeas de cerdos flacos, gallinas y enormes ceibas, me encontré con un retén, los militares ya ni revisan el coche. -Tengo cuidado seño, que la carretera lleva cerrada toda la mañana
-¿Y a qué se debe?
-Pues no sé, creo que están enojados.
-Me baje del auto a indagar pregunté en la tienda -¡qué tiene de tomar!
-Agua
-¿Sólo agua?
-Si
-¿No tienen cocos?
-Si
-Entonces deme uno
-Pero no tengo machete todos se los llevaron al bloqueo-
-¿Y por qué hay bloqueo?
-Porque no nos quieren dar nuestro dinero los desgraciados del gobierno.
Seguí mi camino y lógicamente me detuve en la fila. Después de hora y media en media jungla, sudando me baje a ver qué sucedía.
Caminando entre iguanas, mariposas y vegetación abundante, llegue al arguende, observé un cuadro único, las comunidades indígenas cerraban la carretera. Todos eran pequeños, la mayoría no hablaba español sino el mazateco se comunicaba la líder, una profesora brava menudita, pero note una cierta furia en todos los rostros. Turistas deshidratados miraban desde sus autos; y los hombres vestidos de manta blanquísima con sombrero de paja y morral tejidos por ellos con dibujos de venados, traían todos los machetes de las aldeas; las mujeres estaban vestidas con sus enaguas tejidas por ellas y sin blusa como su usanza, con una mantilla cubriéndoles los senos entre collares de oro y trenzas de listones vivos.
-¿Pues qué sucede por qué bloquean profesora?
-Mire es que el presidente municipal no nos ha dado nuestro dinero somos 12 comunidades indígenas, somos más de 2000 personas y en solo nos dan 15 mil pesos al mes, todo se lo gastan en sus lujos; ¿puede creerlo por eso estamos enojados?
Me estremeció su ternura.
La esposa del gobernador tiene un hospital en Coyoacán, allá en la ciudad de México, y hace un mes murieron 12 niños aquí, por deshidratación; ¿Usted cree que nos ayudó? En eso intervino el líder de la otra comunidad: -El presidente trae una camionetota y se emborracha con bucannas y sólo pasa por aquí moviendo tierra, ¿y nosotros qué? -¡eso te pasa por votar por el PAN - se escuchó una voz a lo lejos -¡pero ellos decían que todo el territorio Oaxaqueño es prisita!- -¡pues ni a cual irle, nomas agarran el poder y desconocen-¡ -¡Desgraciados no han venido a vernos un día!- -yo le digo a la profesora que no hable porque aquí desaparecen a los lideres-
Ese era el cuadro allí estaban todos unidos, y pensé ¡qué abandonada esta nuestra gente! Si realmente quisiera apoyar el turismo pondrían los ojos en sus bordados y su cultura mágica. No hay lógica
-Oiga y dónde está el presidente municipal-
Está en la Guelaguetza, divirtiéndose con su querida y su sequito de lame botas ¿sabe cuándo dinero gastan en eso? y nosotros aquí sin agua.
-¿Oiga y Aquí no ha venido el gobernador?
-No
-Pues mire una vez vino la esposa del presidente y fue cuando adoquinaron, quien sabe con qué material porque ya se rompió y cuando llegó ella, vino con doscientas personas que la cuidaban; de repente no cabía nada: coches, aviones, helicópteros; y ni la vimos, nosotros sólo vimos pasar gente y nos quedamos con los niños enfermos en las manos, no la dejaron ni entrar; prometieron que darían medicina y agua pero se fue tan rápido que la orquesta que teníamos preparada no termino ni la primera pieza que llevaban practicando más de dos meses.
Finalmente creo que lo que buscaban era ser escuchados, pasó poco tiempo, se calmaron y les ayude a quitar los lazos para dejar fluir el tráfico carretero porque la sierra en dos horas se volvió el DF.
Prosiguiendo mi camino pensé: a final de cuenta no fue tan mala idea seguir el consejo del Presidente de promover el turismo, así se puede estudiar realmente el termómetro del país: encendido enojado, desconcertado y más empobrecido que antes.
Llegando al lindo Zipolité, conocida como la playa de la muerte, por las olas y la tempestad del océano pacifico, supe que es una playa donde convergen varias historias: piratas vivieron allí asombrados por el oro de antiguas culturas, después en la revolución allí se refugiaron los oaxaqueños y en los 60 fue tierra de hippies, el paraíso de la mariguana. En este lugar se encuentra de todo, hay algunos gringos californianos que se quedaron en viaje de LSD, también hay hombres y mujeres franceses, italianos, ingleses, suecos paseándose desnudos por la playa, sin olvidar la crema y nata de la chilanguiza que por cuestiones de transas, neurosis, sobredosis, divorcios se refugiaron en este lindo pueblo, viviendo casi de las limosnas de los turistas. No pues aquí no conviene poner un hotel, porque si no tienes garantizado el turismo europeo, en pocos días se convierten en asilo de adolescentes perdidas, mendigos y drogadictos.
El máximo dinero les llega en diciembre cuando la comunidad gay internacional hace su fiesta en la playa del amor y entre trenecitos y burlesques acuáticos, dejan buen dinero a los aldeanos que rentan cabañas, venden estupefacientes, bebidas, collares y artesanías de la zona.
Pero el pueblo, la gente nativa que no percibe el turista, está organizado aquí no pasa el tiempo, sin embargo el presupuesto tampoco llega, ya que para hacer la avenida central donde están los comercios más relevantes, (tres cuadras de restaurantes internacionales y nacionales), la comunidad a base de donaciones adoquino con mano de obra propia, la zona, por eso le llaman “el adoquinado”. Nos despedimos de los nudistas, hippies y demás criaturas raras y seguimos nuestro viaje a la sierra tumbo a San José del Pacifico, lugar de frio y bosques de sueño; en el viaje vi algunas camionetas con siglas de alguna secretaria de gobierno, pasando velozmente sin respetar señales y esquivando los baches; al llegar a la aldea donde se camina entre nubes descubrimos que los nativos se han organizado para hacer sus cabañas, pero nuevamente pregunté
-¿Dónde está el presupuesto de gobierno?, no aquí no nos llega eso, dicen que porque está muy alto.
-Y cómo han construido sus cabañitas para albergar a estos turistas aventureros que vienen en busca de la leyenda de María Sabina?
-Pues aquí llegan de otros países e invierten y nos ayudamos.
¿Es decir y dónde se van nuestros impuestos, no sería mejor que en vez de derrochar tanto dinero en campañas televisivas promoviendo el turismo, realmente invirtieran en las necesidades básicas?
Al regresar a casa transitamos por Oaxaca donde están haciendo su avenida del “Bicentenario”, porque para eso si hay presupuesto: baches, conos naranjas, hombres cheleando “trabajando” con pala en mano y un cerro de arenilla a su lado. Al pasar por Puebla de los Ángeles se dejo sentir el laberinto, ya que de la vía principal hay señalamientos indicando que las calles están en remodelación, y los signos llevan al sams, a la zona roja, a la avenida de la Revolución, al centro, nuevamente a Angelopolis, al centro, a la zona industrial…¡qué locura! La cuestión es que para salir rumbo a Atlisco rumbo a Morelos fui parada por dos policías que simplemente no tienen idea de cómo salir de la ciudad, pero lo que si saben es bajar el poco dinero que trae uno para vacacionar; así fue como transcurrieron dos horas de caminos en remodelación para poder salir y darme cuenta de que el famoso turismo es una falacia y de que el país esta más enojado de lo que realmente imaginé.
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