Javier Jaramillo Frikas
Prohibido Prohibir
A propósito, una de las propuestas que Samuel Palma César mostró en su trabajo priista para ser el presidente estatal, era la creación de una especie de decreto partidista de amnistía a todos que de una u otra forma salieron del PRI. Claro, cada caso se analizaría, porque se fueron algunos de manera impropia y a otros prácticamente los echaron. Esto en relación a la inminente llegada de Humberto Moreira Valdez, el bailador gobernador de Coahuila todavía y su cercanía a la maestra Elba Esther Gordillo Morales, que no le caería mal que “La Amnistía Palma” se aplique a nivel nacional y prepare el retorno de la chiapaneca al entarimado priista, luego que en su salida quedaron muchas interrogantes. Preparado, enemigo de las restas y divisiones, Samuel Palma mostraba con este tipo de propuestas su posición de político hecho en las ligas nacionales, de presencia en el país y con altura elevada de miras. Lo que denominaríamos “La Amnistía Palma” debe ser revisada minuciosamente por la dirigencia estatal que encabeza Amado Orihuela en los afanes multiplicadores y conciliadores del PRI, pero también en el comité ejecutivo nacional, porque priistas valiosos no dejaron sus filas por el canto de sirenas del poder azul, sino fueron literalmente obligados a buscar otras alternativas.
Así, lo que parecía una muy buena intención de Samuel Palma César hace unos meses, hoy es una obligación considerarla prioridad de acuerdo a ser justos con los que se debe y dejar de lado a los que actuaron con ventajas en su salida, sobre todo los que ratificaron con su decisión una nula convicción partidaria. Este tipo de cosas y otras tendrán que revisarse y que la mejor decisión sea definitiva.
¿Cuántos priistas se han ido y durante años no hubo condiciones para su retorno? Diversas las circunstancias, hubo algunas donde la entrega total al nuevo gobierno emanado de Acción Nacional fue la marca, como el caso de Julio Ernesto Pérez Soria, hoy consejero de la Judicatura por parte del Congreso del Estado, un cargo logrado como los anteriores a partir de su cercanía con el nuevo poder, en base a lisonjas, ni siquiera en talentos alcanzados en la carrera. Aunque Pérez Soria es menor en lo político pero sobre todo en relevancia burocrática, lo colocamos porque es uno de los casos de cambio de casaca con una pasmosa facilidad, a grado tal que llamó la atención. El caso de Juan Salgado Brito –por cierto inventor de Pérez Soria-- es contradictorio, parecido al de muchos otros que eran cabeza de grupo en los estados y optaron por ir a la oposición ante lo cerrado de su dirigencia estatal y las nulas expectativas que las condiciones cambiaran. Cuando Juan abandonó el PRI hubo quienes, desde una posición neutral, lo entendieron. Otros, priistas de siempre más allá de sus dirigencias, de las derrotas y las victorias, no terminan de perdonarlo. Hoy Juan tiene la posibilidad de ser candidato al gobierno una vez más, porque representa los intereses de Andrés Manuel López Obrador aquí, pero no tiene acceso a grupos tradicionales del PRD morelense. Sería, digámoslo así, candidato de Andrés Manuel, lo que no le alcanzaría, una vez más. En la actual estructura de poder con el PRI gobernando en municipios importantes como Cuernavaca, Temixco, Jojutla, Yautepec, Cuautla, podemos decir que el carismático político nacido en Temimilcingo municipio de Tlaltizapan, tiene presencia y poder entre la clase priista con poder, pero no es fácil quitarse el estigma de la base.
Hoy, difícilmente Juan Salgado tendría la posibilidad de jugar por la nominación al gobierno, sin embargo tendrá la posibilidad –de hacerse la amnistía sugerida por Samuel Palma—de retornar al partido que lo recibió, formó, dio fama y fortuna desde niño.
Hay más, muchos, cuyas condiciones para dejar la nave tricolor merecen amplitud en esta columna. Queda así, una propuesta conocida hace meses durante las pre campañas de los aspirantes a presidir el PRI en Morelos, que uno de ellos, ex presidente estatal por cierto, bautizado, confirmado y registrado por la militancia en varias etapas, Samuel Palma, pensó más allá de la rencilla común, del enojo temporal, en una serie de acuerdos que permitan a cada priista que en este momento no lo es, tenga el derecho a acogerse a una amnistía que hasta en las más duras dictaduras de da. Y lo que en el PRI necesita para reforzar su proyecto, justo hoy, es fortalecer sus filas. Ahí está, echado el guante lanzado por quien fuera muchos años cercanísimo de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Orihuela con Moreira
Una parte del boletín que nos hace llegar la oficina de prensa del PRI –el colega Gerardo Domínguez—en relación a lo que hará el dirigente estatal:
”Amado Orihuela Trejo, presidente estatal del PRI, se pronunció a favor del actual gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, para dirigir el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, vía planilla de unidad, al considerar cumple con el perfil de líder abierto al diálogo, “hombre de suma y multiplicación de grupos, ideas y plataformas”.
En el marco del XXVI Sesión Extraordinaria del Consejo Político Nacional, celebrado en Pachuca, Hidalgo, Orihuela Trejo se sumó así a las voces de otros priistas distinguidos como el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto; el jefe de bancada en el Senado, Manlio Fabio Beltrones; de la actual presidenta Beatriz Paredes, y de otros mandatarios, legisladores, líderes de sectores y agrupaciones adheridas al Revolucionario, a favor de Moreira”.
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