Diputados
17 septiembre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
Cómo no va a ser grave que una persona sea más importante que el Congreso del Estado y se reformen leyes bajo el régimen de la víscera. Increíble que el Poder Legislativo tenga mayoría para un nombramiento, el de Guillermo del Valle, en vez de darse tiempo para revisar la grave problemática de Morelos. Dotados de los mismos poderes y obligaciones que sus antecesores, los diputados locales actuales han impuesto sus ansias personales sobre las necesidades de un Estado Devastado, cuya sociedad el 5 de julio juzgó y reprobó la administración del gobernador Marco Antonio Adame Castillo. ¿Entonces, cuál es la prisa por terminar de apalearlo en una comparecencia en el salón de sesiones del Congreso? Ya estuvo. Los Poderes del Estado, los tres: judicial, legislativo y ejecutivo, caminan cada cual por su lado de manera convenenciera. Se han aprovechado de la polvareda de la estampida para esconder sus abusos y limpiarse la cara aprovechando los medios de comunicación a su servicio.
Han convertido la presencia del gobernador Adame en el Congreso para rendir el obsoleto informe, en el circo viejo, sin gracia (no el que dice Acción Nacional plácidamente en su favor), en una serie de acciones reprobables, irresponsables, para retardar las acciones urgentes que necesita Morelos. ¿Por qué no actuar honestamente en regresarle a la sociedad estatal mejores condiciones de vida? El tiempo y el dinero se gasta vilmente, ocupados unos al servicio del ejecutivo tratando de sortear la inasistencia del mandatario al cumplir tres años de pobre gestión, en tanto otros lo quieren ahí, sometido, juzgándolo cual coliseo romano, cuando el máximo juez, el pueblo, lo ha hecho el 5 de julio, razón misma que los verdugos del momento estén ahí, en sus curules. Nos gustaría saber cuál es la prioridad del Congreso, de esta legislatura llegada con garras afiladas pero hasta el momento pobre, miserables, en propuestas e ideas. Ha usado en estos vertiginosos días dos simples recursos: voltear hacia el Palacio de Gobierno para romperle la crisma al gobernador sin meterse en los problemas de fondo, cómo darle gobernabilidad a un Estado en Extrema Pobreza Política. Y el otro, patético: acomodar las piezas para hacer del legislativo un suprapoder, primordialmente burocrático que, no tarda, les va a costar caro.
En tanto, el Poder Judicial ubicado en el limbo, felices sus operadores del pleito entre legislativo—ejecutivo, al grado de salir a los medios a presumir lo que no existe: una buena administración de justicia. Aplicable, a la medida lo del “a rio revuelto…”. Ricardo Rosas Pérez cayó en blandito: con nuevos legisladores con asuntos pendientes en juzgados que abiertamente se han puesto a su servicio, sin advertir el caro costo para el Estado y el presidente magistrado, burócrata en extremo enfermo, cómodo en espera que un ejecutivo adverso, hoy débil a plenitud y un legislativo a modo, terminen con su desigual disputa.
¿Y El Estado con los aquí vivimos? Atentos, observándolos, para el momento que haya que juzgarlos, aunque pasen tres años. Imagínense: hoy la mayoría PRI—Chiquitos hace reformas a diestra y siniestra. Si como están las cosas el PRI gana en tres años el gobierno, las van a querer regresar como se encontraban. Si el PAN vuelve por sus fueros, hará lo mismo. Total, el reflejo inmediato del hígado sobre las decisiones razonadas.
¿Qué cuál es la condición del Estado? A la vista: estamos jodidos. No hay inversión, los ayuntamientos quebrados, las instituciones tambaleantes –incluido el legislativo aunque no lo sientan los diputados--, la sociedad molesta a pesar de su decisión electoral de castigar los abusos del PAN. Lo que necesitamos no es que se quieran, vean o lleven bien los responsables del destino de Morelos. Simplemente que apliquen el sentido común, que dejen a un lado sus heridas o frustraciones y observen que el ciudadano común, a poco tiempo de ungirlos, comienza a molestarse con actitudes arbitrarias que ni siquiera colocan disfraz de estadistas. Burdos. Eso en lo que toca al legislativo.
El ejecutivo, peor. Con tres años de navegación sin brújula, dando vueltas sobre su mismo eje, envueltos sus operadores en una burbuja endeble, sin oficio político, lejos el objetivo social. En este momento de suma fragilidad, hay que cuidar los recursos destinados a la comunicación, ejercido brutalmente este y el anterior año --¿Recuerdan los 116 millones del 2008 cuando solo podían gastar la tercera parte?—porque si bien ha sido un trienio inútil, sería arbitrario permitir derramas millonarias de más en maquillar un aparato de gobierno que no ha dado nada. Una acción traicionera más. Ahí sí debieran los meticulosos diputados locales revisar.
¿Y El Poder Judicial? Plagado de abusos, pero tranquilo su patrón, sentado en primera fila, la sangre de los contendientes de los otros poderes salpicándole el desvergonzado rostro. ¿Cómo no va a dar pena ajena y coraje que esta gente se revuelque sobre la arena de un Estado Devastado? Qué infames.
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