Ambiente
29 septiembre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
Primero hay que confirmar lo que desde la mañana era el tema: que el Ejército Mexicano va a ocuparse de la seguridad pública en Cuernavaca. Si es así habrá que meterse de lleno en reflexiones serias, hacer a un lado el ánimo amarillista mediático y convocar a todos al respeto mutuo, porque el escenario será inusual, a una capital de Morelos símil de ciudad fronteriza de alto riesgo como Ciudad Juárez donde la presencia militar es impresionante en tanto los índices delincuenciales no varían. Claro que lastima, con todo respeto a los habitantes de la ciudad chihuahuense, que Cuernavaca se “juarice”, es el regreso aterrador de Morelos a la nota roja nacional e internacional con sus lastimaduras correspondientes, cuando esta ciudad es más que los delincuentes y los buenos y malos policías. Esa es la prioridad que debe estar en mente de todos los actores que van a tomar la decisión en un ambiente enrarecido en lo social, lo político y lo delictivo.
Renunció el general en el retiro Manuel Farfán Carriola. Era inevitable. Nunca pudo con el cargo y derramó el vaso el mismo sábado con actitudes graves al interior de la Policía Metropolitana y con los medios de comunicación. Debía irse. Lo sabían las autoridades civiles y lo entendieron las autoridades militares. No sabemos si es bueno o malo que los militares asuman acciones que corresponden a los mandos civiles, si Morelos sea considerado ya en el ámbito federal como Estado de Excepción. O Cuernavaca en lo particular. El Ejército es una institución a la que históricamente la gran mayoría de mexicanos respeta y siente su custodia. Tampoco se puede hablar “a priori” cuando los sucesos del sábado pasado y otros diseminados por la ciudad ayer y hoy muestran a una delincuencia suelta, sin inhibición alguna. Quizá sea necesaria la presencia. Para ello, es obligación de las autoridades civiles y militares informar a la sociedad muchas cosas para evitar que se den los excesos.
Hablamos considerando que ya están en las calles aunque no se haya oficializado, lo advertimos.
En Ciudad Juárez, por ejemplo, se distribuyó información sobre cómo actuar en las revisiones del Ejército Mexicano, y lo hacían los propios oficiales, autoridades municipales y organizaciones civiles. No se entendería esta medida radical –o desesperada—sin sostener acuerdos previos con las fuerzas de gobierno y los grupos ciudadanos. Bueno, no tendría razón de ser. En Morelos existen delincuentes, una minoría, así que debe imperar el sentido común en cada acción, que las unidades que deben tener roce con la sociedad lleven a uno o más elementos con capacitación profesional en el trato. De no ser así, se faltaría al respeto y las garantías del ciudadano. Si hay malosos pero Morelos no es delincuente. Que no se confunda.
Ahora, hechos lamentables como el del sábado, no son recurrentes. Duele la pérdida humana, pero tenemos que ser claros. Morelos siempre ha sido “tiradero”, ya nos enviaban fósiles políticos inservibles en otros lugares que llenaban sus cuotas y teníamos diputados federales o senadores completamente desconocidos, que apenas conocían de vista a la entidad. Luego venían “a tirarse” los jefes de los cárteles, para que les pegara el sol y el buen aire que todavía respiramos. Ahora avientan cadáveres que no sabemos donde los asesinan pero cualquier carretera, vereda, es buena. Pero, siempre con respeto a nuestros hermanos juarenses, sin comparación con esta, con Tijuana, con Monterrey o Veracruz mismo. No, existe una distancia evidente, de ahí que nos llame la atención poderosamente lo que sucede en la policía de Cuernavaca y su toma por tropas militares.
Vale saber qué sigue, cuáles son los acuerdos, que se involucre a los organismos ciudadanos que se han ganado el respeto, a los propios designados por el Congreso y lo que se haga sea siempre con un amplio sentido de responsabilidad. Los soldados están preparados para ello, pero no son policías. Actúan diferente, y la sociedad no sabe como reaccionar. Las policías requieren de mayor atención no solo presupuestal sino de trato de sus jefes. Son seres humanos, vecinos de ustedes y de un servidor, tienen familia y responsabilidades. Tampoco merecen un trato de tercera o que los envíen, como lo hizo el señor Farfán Carriola, sin herramientas a su trabajo.
Una sociedad como la mexicana que ha aprendido en base a ser lastimada en lo esencial, todavía conserva parte de aquellas premisas que cuando menos a los periodistas le exigían hasta hace unos años: No meterse con la Virgen de Guadalupe, con el Presidente de la República ni con el Ejército. Han cambiado las condiciones: no todos creen en la Guadalupana que de acuerdo a Juan Diego y la historia escrita por gente común, apareció en un cerro; el presidente en base al desarrollo cultural de la sociedad es sujeto al escrutinio general; en tanto al Ejército todavía se le guarda respeto. De ellos depende que crezca el reconocimiento o se pierda.
Pero lo repetimos: esto parte del supuesto que, en efecto, se hacen cargo del cuidado de los ciudadanos y las calles de Cuernavaca. Hasta las cuatro de la tarde con 20 minutos que redactamos estas líneas no aparecía ningún comunicado oficial que diga las razones.
Mientras, efectivamente al mediodía en Milenio Noticias se hablaba de la ocupación del Ejército en las instalaciones policiacas. Y la agencia Apro de la revista Proceso lo publicada al mismo tiempo. Aquí está la información tal cual de la prestigiada revista y su exitosa agencia:
Ejército asume el control de la policía en Morelos LA REDACCIóN MEXICO, D.F., 29 de septiembre (apro).- Elementos de la 14 Zona Militar, con sede en Cuernavaca, Morelos, tomaron esta mañana el control de los módulos de seguridad a cargo de la Policía Metropolitana y mantenían acuartelados a los miembros de esa corporación, en el estacionamiento de la Unidad Deportiva Centenario, al norte de la capital de esa entidad. |
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