Policías
28 septiembre 09
Javier Jaramillo Frikas
Columna
Prohibido Prohibir
Todos lo califican igual y todos tienen la razón: los mandaron a morir sin fusil.
El sangriento evento del sábado en Lomas de Cortés tuvo un costo excesivo en la pérdida de vidas de policías y civiles –cuatro asesinados y dos en estado de gravedad—y evidenció la nula capacitación de las corporaciones policiacas. No coinciden las lamentables bajas con el discurso y los recursos aplicados al área de seguridad pública. ¿Es la solución que a la cabeza vayan militares en el retiro? Con los sucesos de anteayer queda claro que el ámbito civil se le indigesta a algunos personajes de la milicia pero más cuando se antepone el protagonismo de los jefes a la tarea en el cuidado de la sociedad.
No los conocemos ni es necesario a Gastón Menchaca Arias, jefe estatal de la preventiva ni al de Cuernavaca, Manuel Farfán Carriola, ambos generales en el retiro. Lo que observamos a distancia es que el primero de ellos cuando menos es discreto y Farfán encarna más al peleonero de cantina con aserrín y damiselas de sombrero con plumaje que al “cherife” del poblado. El incidente con reporteros el mismo sábado así lo muestra: bravucón, pendenciero, boquiflojo y torpe. Reto al que se le atravesara. Creía estar en el cuartel ante subalternos. Lo primero que le queremos decir es: Bienvenido a las Calles de Cuernavaca.
Lo grave, vamos a ello, con el anhelo que no se repita. Y decimos anhelo más que obligación o milagro que son los extremos en las obligaciones de los policías.
Una extraña orden del general Farfán dejó sin armamento al Sector Uno de la Metropolitana, sin duda el más grande de todos. Dicen que él practicaba tiro con los bomberos, cuando la realidad es que invitó a un grupo de amigos a un área adjunta a Cartuchos Deportivos en Ahuatepec. Obviamente que este tipo de eventpos son extraordinarios, no por el número de muertes puesto que vienen y arrojan cadáveres por todas partes, en asuntos de ajustes entre el crimen organizado. Lo del trágico sábado fue de excepción, pero en estas y en cualquier otra acción policiaca debe ir antes la preparación y el cuidado de la integridad de los policías. Según versiones oficiales e informativas, se dio todo lo contrario. En pocas palabras: los policías fueron recibidos con facilidad.
Lo que siguió después fue parte de un trío de malhechores con uno o dos de ellos excelentes tiradores (todos los muertos y heridos tienen disparos en la cabeza y la mayor parte de estos se dieron a mediana distancia). Se sentían acorralados a pesar que una ambulancia se les atravesó en el camino. Mataron sanguinariamente a cada uno de los cuatro, no midieron nada. Era matar o morir, lo que indica que esta gente es profesional e iban a hacer lo que fuera para no ser aprehendido. Seguramente no robaron nada o fue mínimo en el terreno material, pero dejaron una estela de sangre por su paso. ¿Conocían la ciudad los delincuentes? Según el recorrido que hacen, de oriente a poniente de la ciudad, parece que no del todo, así que pudieran venir de otro lugar, digamos del DF. Un delincuente local no corre por las calles donde lo hicieron los criminales. Quizá busca la salida a la autopista y se mete en terrenos pedragosos. Bueno, estas son elucubraciones del que escribe, toca a los que saben y tienen la obligación de investigación acercarnos o revelarnos la verdad.
El primer policía caído iba sin arma. Era metropolitano y comandante. Recibe un certero disparo en la cabeza de entre la ráfaga inicial. El segundo que escucha las detonaciones acude y literalmente “se entrega” al llegar franco, casi de frente, con los delincuentes agazapados. Otra ráfaga lo envuelve y cuando menos dos de los proyectiles le pegan en el cráneo. El paramédico que se atraviesa junto con su jefe, también es muerto con una bala en la cabeza, igual que el dueño de la casa que está mal herido y el propio jefe de auxilio Lazcano. Todos en la cara. ¿Quién hace eso? Una persona experta en tiro, que podría ser ex policía o ex militar. No es de delincuente común.
La suma y multiplicaciones de los hechos nos llevan a un dramático total: los integrantes de los cuerpos policiacos preventivos de Morelos no están preparados para un enfrentamiento de alto riesgo. Un asunto como el del sábado, con una pandilla de tres bandidos asesinos evidenció toda la estructura. Ello indica que “la cabeza” tiene que estar mal. Y estas son los generales en el retiro, en actitud vacacional con cargo al pueblo de Morelos. Hay otro militar en un mando policiaco, el de la Ministerial, José Robles Quintana “El Tigre de Huitzuco”, proveniente de la Policía Judicial Militar, lo que marca diferencia: es de carrera en el Ejército Mexicano pero se especializó en tareas policiales. Una comparación necesaria, inevitable, es que dos días atrás la PM de la Procuraduría detiene a seis plagiarios de alta peligrosidad. Van 40 elementos y no se hace un solo disparo. Se dirá ¿por qué tantos? Como sea, se cumplió.
Lo grave es que la prevención está en manos de corporaciones que no son atendidas debidamente, con una mayoría de buenos elementos, pero sin herramientas para su trabajo. Ese es el justo reclamo de los policías.
Ahora, en el caso del señor Farfán Carriola con la prensa, lo menos que le podemos exigir es que respete y si en verdad es muy bravo y reta a pelear a cualquiera, mejor que haga valer su rango, su preparación, su experiencia y su esfuerzo en el Ejército en plazas donde son necesarios intrépidos como él. Lo sugerimos para que le trasladen a Ciudad Juárez o Tijuana. Allá hay también periodistas, pero son una especie de “reporteros de guerra”, distintos a nuestros paisanos, porque entre los males de las tragedias, Morelos y Cuernavaca no entran en el mapa rojo de aquellos lugares. Ahora, proponemos que en el juego de “la lotería”, cuando aparezca “El Valiente” se cambie y griten Carriola.
Si tienes algún comentario o denuncia envía un correo a chinelo.guardian@gmail.com o comenta directamente en este post.
No hay comentarios:
Publicar un comentario